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teresarojo2010

Personal

Encuentro en el pensar

Cuarto encuentro del Grupo de  Prácticas  de Psicopedagogía (antiguos alumnos pero abierto a gente con inquietudes) ¿inquietudes? Sí, pero de qué tipo? Gente que quiera pensar en el ser persona un poquito más consciente.

Cuarto encuentro y primero para mí. ¿Cuándo comencé este encuentro? En el momento en que vi la posibilidad de poder ir. Sí ahí comencé a “estar presente”. ¿Qué haremos? ¿Qué han hecho? Interrogantes, aunque sin demasiadas expectativas, sí ilusión. Estaba dispuesta a dejarme sorprender. Y ¡vaya que me he sorprendido¡.

 El requisito: Querer pensar en cómo vivir un poquito más conscientemente mi vida.

El tema: EL CAMBIO.

La base: Un cuento de Friedrich Nietzsche y una imagen del cuadro: “El Cristo burlado” de El Bosco, y a caminar ale, ale, ale…..

El responsable: Juanjo (Genial su labor de planificación. MUCHAS GRACIAS).

Pero el inicio se me presentó mal. Diez minutos pasados de la hora. “Llego tarde, bueno tampoco es tanto (me auto disculpo). No hay nadie. ¿Qué extraño? ¿Será en otro lugar y yo me habré enterado mal? ¿Estarán dentro?, sí seguro que sí. Decido pasar. No, no están. Pregunto. Nadie sabe nada, pero de cualquier manera no se sirven cafés hasta las 11,30. Y yo qué no tengo el teléfono de nadie.  Mira que soy t…., mira que no pedir el número de teléfono de ninguno de los del grupo,….”. En este debate aparece alguien que no conozco pero que resulta ser del grupo. Bien ya somos dos. Decidimos esperar  mientras charlamos. Pero cómo se va haciendo tarde, y ella que sí tiene el teléfono de una persona del grupo, llama y la responden que han cambiado de lugar y que ya vienen a buscarla.

Yo siento que me voy enfadando por momentos. “¿Y yo? ¿Y a mí? ¿Y si no está ella allí, entonces no me vienen a buscar? ¿Acaso no contaban conmigo? Bufffff¡¡¡¡¡.

Aparece la persona responsable, nos saludamos, pero inmediatamente le manifiesto mi enfado. Me da una explicación que me parece válida y mi enfado desaparece. Sí que habían pensado en mí. Ya está, todo tiene una explicación que no tiene nada que ver con un mal hacer por parte de nadie, sino quizás con un ligero desencuentro de no explicitar claramente los acuerdos. Por mí ya está arreglado. Dispuesta a aprender de lo que vaya surgiendo.

Tomé conciencia de mi enfado y lo gestioné, se pasó y dejó lugar para otro posible proceso emergente, que seguro que sería fabuloso, como así lo fue.

Y el nuevo quehacer se fue desgranando poco a poco. Mejor dicho lo fuimos desgranando.

Yo ya no me sentía enfadada, sin embargo alguien dijo que aún se sentía molesto por lo que consideraba “un fallo” en la puntualidad. Me llamó la atención, nuevamente, pues es algo que me sorprende día a día, cómo un mismo hecho, que en apariencia se ha resuelto, sólo está resuelto en apariencia y si no se es consciente de su no resolución y no se explicita, puede interferir la tarea y la relación posterior. Otra vez el ser conscientes.

Curiosamente en el trabajo que realizamos posteriormente salió el tema de la puntualidad como algo que queríamos mejorar: ser puntuales, y aparecieron los Por qués?????

¿La puntualidad? ¿Qué pasa con la falta de puntualidad? ¿Por qué no somos puntuales? ¿Por qué nos molesta que la otra persona no sea puntual?

No soy puntual porque ¿Me falta de habilidad en la gestión del tiempo?

Pero ¿quiero ser puntual?

Si yo soy puntual y la otra persona no lo es, ¿lo considero una desconsideración hacia mí, hacia mi tiempo? ¿Siento que el otro se hace dueño de mi tiempo? O ¿siento que no me tiene en cuenta?. Pero esto será así en la medida en que mi tiempo de espera se lo dedique a la otra persona, es decir, en que me “cierre” en pensar que me está faltando al respeto, que no me tiene en cuenta, etc. Olvidando que en última instancia mi tiempo es mío, que yo opto por intentar ser puntual o no, pero que es una opción independiente de lo que decida la otra persona. Y que después conversaremos acerca del porqué de su tardanza. Pero que en el momento de la espera, mi tiempo sigue siendo mío y yo decido cómo lo gestiono. Otra cosa será si es siempre la misma persona y si es a diario su impuntualidad.

Trabajamos con los cambios, qué entendíamos por cambio, qué queríamos cambiar y por qué. Y de cómo nos manejamos, más en los noes. A cuántas cosas digo NO, y cómo estas renuncias me impiden ver a qué estoy diciendo SÏ.

La dificultad de la Renuncia: “Es que todo me parece muy interesante y no me quiero perder nada”. ¡Cuidado¡¡¡¡

Cómo, en ocasiones, ante un problema, no nos damos cuenta de que el problema es el planteamiento del propio problema y de cómo sólo a través de una labor de investigador: ¿por qué, por qué por qué???????, podemos llegar al fondo, a la base del iceberg y no  conformarnos con intentar resolver desde la punta.

Hablamos de si los cambios para que sean tales, han de ser visibles ¿Para quién? ¿Para el sujeto del cambio, o para el sujeto que para mí tiene importancia?  En este caso ¿quiénes son figuras de “autoridad” para que avalen mis cambios? ¡Ojo, ¡cuidado¡, no vayamos a creernos muy autónomos y no nos demos cuenta de que estamos manejándonos con criterios ajenos¡¡¡¡¡. Difícil cuestión.

Hablamos de cuán difícil, en ocasiones, resulta separar el ámbito de lo privado de lo público, de cómo nos podemos mostrar abiertos y después sentirnos mal  por vernos vulnerables y expuestos, de lo difícil de escuchar sin intentar intervenir para allanar el camino del  otro que nosotros ya hemos andado, olvidando que cada cual tiene que andar su propio camino.

Pensamos, hablamos, desayunamos, disfrutamos, nos abrazamos y nos despedimos: hasta la próxima, no sé cuándo será, no sé si podré,….. ¿excusas??? ¿por qué???????

De cualquier manera, lo importante es el pensar, el reflexionar el ser conscientes, sólo desde ahí, desde este lugar,  es posible EL CAMBIO.

Un poco de humor

Una amiga me ha enviado este vídeo simpático y pegadizo. Quizás no venga mal iniciar los lunes a la mañana con una sonrisa

DISFRUTADLO

 

Adiós al profesor, poeta, escritor, político,... y también la voz de la lucha

Cuento: “Mi mochila… Tu mochila ¿Y si las compartimos?”

“Era el primer día de clase.

Los chicos y chicas que ya se conocían se saludaban alegremente contentos de encontrarse después de las vacaciones y sintiéndose arropados unos a otros ante el temor del nuevo curso que se iniciaba en un lugar para ellos enorme y desconocido: el instituto.

Los que no conocían a nadie se situaban en sitios estratégicos, observando a todos aquellos que parecían tener miles y miles de amigos.

De pronto el timbre igualó  a todos. Había que entrar al instituto. La directora los recibió a todos en el salón de actos. Les dio la bienvenida y les informó de quién iba a ser su tutor o tutora correspondiente y de cuál iba a ser su aula. Después todos a su clase respectiva.

Entra el profesor de lengua. Joven, alto y aparentemente amable. La primera impresión es buena, pero todo se viene abajo cuando les dice:

“Yo seré fiel reflejo de vosotros., Si trabajáis en la asignatura yo trabajaré con vosotros, pero si pasáis yo también pasaré de vosotros.”

Los chicos se encogen en sus asientos. Es demasiada carga para ellos. No se ven capacitados para soportarlo. Mejor abandonar ya la carrera. Rostros de tristeza, miedo, incapacidad….

Próximo capítulo: Lo veremos al finalizar el curso.”

¿Cómo se les puede pedir que lleven “el peso” de la respuesta del profesor ante la asignatura si apenas pueden con su “mochila vacía”

¿Acaso no se da cuenta de que no pueden cargar con todo el peso de la enseñanza-aprendizaje de una asignatura?

¿Cómo es posible que el profesor olvide que tanto los alumnos como él lleva n “carga adicional en su mochila”: miedos, problemas afectivos, desencuentros familiares, dificultades con su proceso evolutivo propio de la adolescencia,….?

¿O acaso el profesor sólo desea infundir respeto-miedo por la asignatura-él mismo, para así asegurarse la disciplina inclinada a la “santa obediencia”?

¿Tanto miedo tenemos los docentes a que la clase “se nos vaya de las manos”?

¿Por qué tenemos que responsabilizar de la dinámica de la clase solamente al hacer de los alumnos? Y nosotros ¿en qué medida somos responsables?

Ojalá que cada vez más haya docentes que sientan que entre todos: alumnos y profesores, construimos los aprendizajes, futuros ciudadanos y en definitiva la sociedad, pero entre todos.

Tu marcha me habla….

Tu marcha me habla….

Tu marcha me habla de las cosas inconclusas. De mis cosas inconclusas.

De fantasías y sueños postergados que piden abrirse paso ante la inminencia de la finitud.

Y la prisa se instala en mi vida. Tengo tantas cosas por concluir………….

Tu marcha me habla del dolor de las pérdidas y se hacen presentes con una claridad inmaculada, casi obscena, todas las otras pérdidas. Y duelen infinitamente, duelen, duelen.

Tu marcha me habla de que mi tiempo también se acorta y mis piernas quieren volar y mis manos se impacientan ociosas queriendo acabar todo lo que la fantasía postergó a un momento propicio que parece obstinarse en no llegar nunca.

Tu muerte me habla de que mi tiempo también se acorta…. Y duele, duele, duele…….

Tu muerte me habla de mi carrera loca por lograr ¿Qué? ¿Acaso un paraíso en el que sólo haya perfección?

Tu muerte me habla del deseo de completud con la madre Tierra, con el útero perfecto donde sólo hay calor, con el abrazo eterno de unos brazos siempre dispuestos a abrazar.

Tu marcha me habla del frío invierno en el que los deseos no se ven cumplidos.

Tu marcha me habla de la renuncia, ,,,,,,, de la que no quiero oír hablar…….

Pero tu marcha me grita: No te escondas. Renuncia. Renuncia a ese sueño eterno de completud, de fusión con la madre-útero.

Tu marcha me habla de que si mis ojos sólo miran a lo lejos, me estoy perdiendo lo que tengo enfrente.

 

Pero a pesar del dolor, agradezco a tu marcha que me hable de Renuncias. Que me haga conscientes tantas y tantas renuncias con las que convivo, aunque duelan, duelan, ,……..

¿Acaso el vivir no es una constante renuncia?

Y así, de una manera callada, pero a la vez con un grito desgarrador, tu muerte me habla de vida.

Eterna paradoja.

Sí, tu muerte me habla de vida.

Muerte-vida. Eternamente unidas.

 

Agosto 2010

En el tremendo mundo del autismo………..

 

Muros invisibles aunque reales

De los que yo no puedo salir

Y a donde tú no puedes entrar.

Muros que son cárceles

Que me retienen sin yo quererlo.

No es por mi voluntad por lo que yo estoy dentro

Tampoco me pidas que desee salir

No sé lo que es el deseo.

Tampoco sé ponerme en tu lugar

Ni sentir empatía por ti.

No estés triste por mi soledad

Dame todo el amor del que seas capaz

Bésame aunque te rechace.

Cuídame aunque no me deje

Mírame aunque no te vea.

En mi mundo de silencio

Y de tremenda soledad

Siento tu calor, tu risa, tu consuelo,

Tu aceptación, tu rechazo,

tu distancia y tu cercanía.

Aunque mi comunicación no siga tus códigos

Yo te siento cerca o distante.

Te necesito aunque no te lo diga

Acéptame así sin más y

Ámame aunque no me entiendas.

Yo te amo … a mi manera.

http://www.fundacionorange.es/fundacionorange/comunicados/2008/petit_frere.html

Te has sido sin siquiera despedirte. Dicen que es porque te sentiste herido, alguien te dijo algo que no te gustó  y tú no supiste responder. Y has preferido la huida antes que el mirar cara a cara. Antes que el decir lo que piensas, lo que sientes. Pero … el miedo no es un buen compañero de viaje.

Sí ya sé que es difícil, necesitas tiempo. Tiempo para elaborar lo que piensas, lo que sientes. Tiempo para poner en palabras todo ese torbellino de ideas que se agolpa en tu mente pugnando por salir. Pero al final, prefieres no decir nada.

 -"¿qué dices?"  

 -(Silencio): “no importa, nada”.

Desolación, incomunicación. Ni tú ni yo podemos cogernos a ese pequeño hilo invisible de la comunicación.

Más si tú no hablas, nosotros no podemos adivinar. Y el muro se hace cada vez más grande y poderoso, ni tú puedes salir ni nosotros podemos entrar.

Vaya este pequeño homenaje para ti,  Matías, y para todos los Matías del mundo. Para que poco a poco los muros se vayan haciendo más frágiles y nos sea posible el hacer pequeños agujeros. Para que así a través de ellos, aparezca la LUZ Y LA PALABRA,  aunque sean pequeños rayos, aunque sean pequeños gestos y palabras.

 

 

Evaluación de las sesiones de Tutoría

Evaluación de las sesiones de Tutoría

¡Sorpresa!. Esta sesión estoy yo sola. ¿Qué puedo hacer? Elaboro una ficha evaluación de las sesiones que llevamos realizadas hasta la fecha. Separo a los alumnos para evitar el que uno piense y escriba y los otros copien. Quiero saber lo que piensan a nivel individual.

Primera pregunta:  ¿Qué hemos hecho y aprendido en las sesiones de Tutoría? Escribe al menos 4 o 5 actividades de todas las que recuerdes. Una alumna que responde en voz alta: “Nada”.

¡Ploffffff!. Primer sentimiento de desaliento, no puede ser, yo tengo sensación de que hemos hecho muchas cosas yyyyyyy?????.

Gestiono mi decepción: “Bueno, nada nada?????”, ¡nada!, se reafirma.” Quizás si recordamos, somos capaces de encontrar algo. Vosotros pensad”.

Yo me paseo por la clase y me voy fijando en lo que van escribiendo. Bien parece que surgen cosas. Espero a que terminen de rellenar la ficha. Se les ha pedido sugerencias para las sesiones que restan y explicaciones acerca de lo que escriben. No vale solo decir, hay que argumentar.

Terminan de rellenar la ficha y las recojo. Me interesa trabajar sobre eso de que no han aprendido nada, porque no es cierto, veo que ellos han escrito cosas que hemos hecho y de las que han aprendido. Leo en voz alta sus escritos. Les pido que estimen cuántas cosas han salido: 12, 15 contestan. Yo también pienso que aproximadamente han sido unas 15 actividades diferentes, pero vamos a contarlas. Salen 26. Se muestran a la vez extrañados y creo ver “reconfortados”, su sensación de pérdida de tiempo inicial creo que ni a ellos les gustaba. 

Pregunta ¿por qué creéis que hemos pensado que sólo habían salido unas quince actividades cuándo en realidad había casi el doble? No saben. Les sugiero: “¿puede ser porque cuando tenemos una supuesta-certeza sobre algo hacemos todo lo posible para que se cumpla: “profecía autocumplida?” Y dialogamos, lo que permiten, sobre este aspecto. “¿Cuántas veces nos hacemos una idea sobre algo o alguien y nos cerramos a la posibilidad de que no sea así???”.

No sé lo que les llegó de la reflexión.

Nuevamente escenificamos. Al recoger las fichas, un alumno se limitó a levantar su mano, sin acercarme la hoja. Yo tuve que acercarme bastante porque él no facilitó nada. Escenifico con la compañera, trabajamos en el mismo entendimiento y es genial. Todos nos observan asombrados. ¿Cuántas veces vosotros dificultáis el acercamiento de vuestros padres hacia vosotros????. Caras sorprendidas. No responden. Alguien hace una broma. “Pero ellos ya son mayores, que se muevan ellos, nosotros estamos cansados”. Sonrisas pero sin aprobación.

Leo lo que han escrito acerca de lo que más les ha gustado y lo que no. Las reflexiones no les llegan. Lo viven como no hacer nada.

Hablamos de otras actividades realizadas, pero que nadie las ha recordado, tales como:

Imaginarse tendidos en el suelo y que caminan sobre su silueta. ¿Qué sienten?. A nivel individual, al mayoría nada, sólo una chavala me dice que ha sentido dolor en sus tetas al pasar sobre ellas. En el grupo grande les pido que s e expresen. Ella expresa lo sentido y habla acerca de su vergüenza en clase de gimnasia al correr y ver que todos los chicos están pendientes de sus tetas. El resto la mira sorprendido. Valoro su valentía al expresar sus sentimientos.

Hablamos de las sesiones individuales de Tutoría. También es no hacer nada. No era así cuando hablábamos de sus inquietudes, miedos e ilusiones. ¿Y la revisión de sus hábitos de estudio? Tampoco lo recuerdan. Salen muchas actividades de las que no guardan memoria.

Comento, quizás un tanto desilusionada, con alguna compañera, éste no reconocer el trabajo realizado por y con los muchachos: “Es que los adolescentes no están acostumbrados a pensar ni a reflexionar”. Demasiado simplista. Tiene que haber algo más. Esto es cierto, pero……

No están acostumbrados y no quieren. Una alumna que apenas hablaba, se le hizo ver cuando por fin dijo algo en contra de sus compañeros y se le valoró el que fuera capaz de opinar y más cuando era diferente a lo que opinaba la mayoría.

En esta Sesión evaluativa, es la muchacha que decía con una gran fuerza “no hemos hecho nada. Sólo nos habéis regañado”. (Decir que la otra tutora, les había “castigado”, sin una excursión por su mal comportamiento en días pasados con otros profesores, y eso lo estaba impregnando todo de rabia contra todos los profes en general).

¿Por qué los adolescentes no quieren reflexionar sobre lo que hacen, lo que viven, lo que sienten????? “Es que cotilleáis en nuestras vidas”, se excusaban.

 ¿Por qué viven el deseo de que se miren hacia dentro, de que se cuestionen, de que argumenten, de que hagan generalizaciones a otros contextos,  como injerencia en sus vidas???????. Sólo valoraban como trabajo el que hemos hecho de lápiz, papel, o actividad motriz. Recuerdo a los chavalines de 4, 5 años cuando trabajábamos actividades de potenciación del lenguaje oral, que nos decían ¿Cuándo vamos a trabajar? Trabajar era hacer fichas.

¿De verdad al adolescente no le gusta reflexionar? No me lo creo. “El guardián entre el centeno”, de Salinger. Sí es cierto que es un chaval de 16 años, y yo hablo de 13, 14 años. Pero hay algo que se escapa.

En las sesiones individuales de Tutoría, son capaces de mirarse, y muy intensamente, hacia dentro. Pero en grupo grande se inhiben. ¿Tiene que ver el encuadre individual-grupo, para que sean tan diferentes? Y si esto es así ¿cómo manejarlo?

El año pasado en HHSS quedó muy patente el poder del grupo. Un solo individuo puede hacer que se incline la balanza del grupo en una u otra dirección con una única intervención. Quizás fue éste el caso de la sesión de Tutoría.

Me pregunto ¿tanto esfuerzo, habrá merecido la pena? Esfuerzo por dialogar, por ofrecer nuevas fórmulas, otras alternativas, etc. Ellos piden más de lo mismo: patio, estudio, excursiones,… y nosotras nos empeñamos en ofrecer nuevos enfoques. Tenemos que aprender todos: ellos a permitirse el adentrarse en nuevos caminos y nosotras a respetar sus ritmos, sus aprendizajes.

La sesión fue genial. Sobre todo por lo que aprendimos la compa y yo. Hubo un punto de tristeza, desolación y quizás fracaso, pero fuimos capaces de gestionarlo a la vez que lo vivíamos y mostrarles, aunque no lo vieran, que hay otras formas de aprender, y que lo más difícil es aprender sobre uno mismo. Intentamos mostrarnos cercanas y aceptamos su rabia y enfado porque no les damos lo que demandan. Ellos fueron respetuosos aunque duros. Pero se expresaron, dialogaron y reflexionaron, que era de lo que se trataba. Está bien, se pretendía que se expresaran y lo hicieron, aunque no dijeran lo que esperábamos oír.

TÍA-ABUELA Y ..... DEJARTE LLENAR DE LUZ

TÍA-ABUELA Y ..... DEJARTE LLENAR DE LUZ

Ayer hice de tía-abuela. Qué mayor suena? Se escucha? Lo escucho?,  creo que más bien lo escucho, no hay nada que no pase por el filtro personal de lo vivido ya seamos o no conscientes, qué importante si nos diéramos cuenta de todo aquello que se va depositando en nuestro inconsciente y que nos “maneja-dirige” sin por tanto darnos cuenta. “Todo depende del color del cristal con que se mire”, viejo refrán que lo olvidamos tan a menudo. Nada es blanco o negro, los matices son los que añaden VIDA (vaya un guiño a mi muy, mucho, como dirían los pequeños-sabios, querida amiga Esther).

Decía que ayer, hice de tía-abuela con mi sobrino adoptado recién llegado de Rusia. Fue una experiencia maravillosa. Y quiero dedicarle este escrito a él. Algún día lo leerá, hoy sólo tiene 6 años y habla en ruso, piensa en ruso y no lee en ruso, pero entiende en castellano.  Y bien que entiende. Es sumamente hermoso?, no hermoso que se queda corto es escalofriante por lo de inmenso, el sentimiento de ternura que me invade cuando lo miro y veo su sonrisa, su intento de comunicar sea con lo que sea, sobre todo con los ojos, con esos ojillos que los abre o los cierra en función de su comprensión de lo que ve, oye o siente.

Fue una bonita experiencia para toda la familia, el cuidar de un niño pequeño, del primito tanto tiempo esperado. Nosotros somos familia numerosa y ya tenemos experiencia de ser muchos en la mesa, pero ayer estaba más completa que nunca.

Comimos en el patio, él decía que “frio?,…, no¡”, y nosotros nos colocamos la chaqueta (frio? Si¡¡¡), pero salimos a comer al patio. Cuando él me vio a través del cristal de la ventana, con su manita me pidió que esperara para ayudarme. Y salió corriendo para colocar la mesa, las sillas, el pan,….. Todos colaboramos y la mesa en unos segundos estaba dispuesta para que iniciáramos la comida reparadora. Compartimos la comida, él probando todo, (maravilla de las maravillas, un niño que se atreve a probar una comida nueva¡¡¡ ojalá que siga así) y decidiendo qué sabor, textura, olor previo, le gusta y cuál no merece la pena repetir. Recogimos entre todos y después preparamos un pastel. Había que celebrar su venida a nuestra casa. Él me ayudó. Se sorprendía cuando le iba permitiendo que echara el yogur en el vaso de batir, o que batiera con la batidora. Mi hija nos miraba y decía “¡Ay mamá qué bien, tú siempre nos has dejado ayudarte en la cocina y ahora nos encanta a todos cocinar¡”. (Sentimiento de satisfacción al escuchar la valoración de algo bien hecho y de gratitud y alegría al escucharlo de mi hija, sabe valorar y expresar lo valorado). Por supuesto hubo que guardar un trozo para pápa y máma.

Llegó el turno de la siesta, merecido descanso sobre todo para los que dormimos mal por las noches. Él eligió jugar en la buhardilla. El paraíso de cualquier niño. “Un día de éstos tengo que recoger tanto juguete, darlo a cualquier ONG y dejar sólo aquellos que representen algo importante en nuestra historia personal”. Pero el día no llegó y me alegro. Ayer para él fue como descubrir un mundo lleno de fantasía. Era como entrar “escaleras arriba” en el mundo de Alicia (sólo que ésta se deslizó hacia abajo). La tienda de campaña, con la sensación de plenitud-aislamiento que uno siente cuando está dentro, el armario de los disfraces, los carritos de las muñecas, … tantos y tantos otros por explorar.

 Mi hija, nuevamente pendiente de todo,  decía “mamá si es que para cualquier niño tiene que ser maravilloso el entrar en la buhardilla y ver tantos juguetes ¡”. Y así fue. Feliz, eligió jugar con la cocina, la comida, etc. Vinieron unos familiares, y después de jugar a juegos más movidos con ellos, los llevó “arriba”, les enseñó su descubrimiento y todos sentados a la mesa nos dispusimos a comer. Recuperamos cubiertos, platos, tostador, cocinita, pescados, café, tostadas, plátanos, tomates,……

Y nos permitimos jugar como niños. Cuatro adultos y un niño haciendo una representación de comida familiar. Él organizaba y nosotros nos dejábamos hacer. Todo en su orden, comida que caía al suelo o no se comía o había que lavarla, por supuesto que no se comía el postre antes del pescado, si sólo había un tomate, se repartía entre los que lo querían, ante todo compartir, etc. Hubo quién quería dar otra utilidad a la comida (por aquello de introducir una pequeña modificación al juego simbólico realista) y él con una sonrisa y una paciencia infinita sonreía y trataba de retornar la situación a su forma original: “estamos comiendo, no jugando”.

Fue maravilloso, jugar y dejarse llevar por este pequeño que ha traído tanta ilusión y amor a nuestras vidas. Yo lo miraba y me preguntaba qué pensará él después de todo esto….. (el ahora estaba claro, jugar a como si……pero y ¿pasado un tiempo?, ay¡ si pudiera expresar con palabras todo aquello que nos dice con su cuerpo…¡).

Hoy ha sido feliz, ha jugado independiente y con compañía. Por supuesto cuando vinieron a buscarle sus padres, no quería irse y previamente les enseñó la habitación “maravillosa y con qué y cómo había jugado”, incluso hasta había una cama para que se pudiera quedar a dormir en ella. Otro día descubrirá los clips, la isla, el fuerte, los camiones, la batería,…….. y con toda seguridad nos hará vivir más momentos mágicos. Yo ya había olvidado lo que era compartir con un niño pequeño un momento de juego. ¡Es maravilloso!.

Es hermoso poder estar con él sin la presión de ser sus padres y por lo tanto no sentir la impotencia, casi del día a día de no poder comunicarse por la dificultad del idioma. Es cierto que yo ya tengo experiencia de tres hijos mayores y que todo lo vivo con mayor relatividad. Es algo que tendrán que aprender ellos. Es cierto que yo estoy en un momento personal en el que la serenidad fluye con relativa facilidad. Es cierto que amo a los niños y que la ternura me invade sólo con estar con uno de estos “pequeños-sabios”. Es cierto que me parece un regalo este niño que acaba de llegar a nuestras vidas. Esto y mucho más es cierto. También es cierto que él es maravilloso, sí sé que cualquiera me lo parecería, pero es él, mi sobrino, y a él quiero dedicarle este pequeño escrito.

Con todo mi amor, este homenaje, junto con tu foto favorita del buitre volando libre, para ti Sergio-Sirozha, pequeña luz en nuestras vidas (pequeña por tu edad, no por tu valía).

8 de mayo de 2010