Encuentro en el pensar
Cuarto encuentro del Grupo de Prácticas de Psicopedagogía (antiguos alumnos pero abierto a gente con inquietudes) ¿inquietudes? Sí, pero de qué tipo? Gente que quiera pensar en el ser persona un poquito más consciente.
Cuarto encuentro y primero para mí. ¿Cuándo comencé este encuentro? En el momento en que vi la posibilidad de poder ir. Sí ahí comencé a “estar presente”. ¿Qué haremos? ¿Qué han hecho? Interrogantes, aunque sin demasiadas expectativas, sí ilusión. Estaba dispuesta a dejarme sorprender. Y ¡vaya que me he sorprendido¡.
El requisito: Querer pensar en cómo vivir un poquito más conscientemente mi vida.
El tema: EL CAMBIO.
La base: Un cuento de Friedrich Nietzsche y una imagen del cuadro: “El Cristo burlado” de El Bosco, y a caminar ale, ale, ale…..
El responsable: Juanjo (Genial su labor de planificación. MUCHAS GRACIAS).
Pero el inicio se me presentó mal. Diez minutos pasados de la hora. “Llego tarde, bueno tampoco es tanto (me auto disculpo). No hay nadie. ¿Qué extraño? ¿Será en otro lugar y yo me habré enterado mal? ¿Estarán dentro?, sí seguro que sí. Decido pasar. No, no están. Pregunto. Nadie sabe nada, pero de cualquier manera no se sirven cafés hasta las 11,30. Y yo qué no tengo el teléfono de nadie. Mira que soy t…., mira que no pedir el número de teléfono de ninguno de los del grupo,….”. En este debate aparece alguien que no conozco pero que resulta ser del grupo. Bien ya somos dos. Decidimos esperar mientras charlamos. Pero cómo se va haciendo tarde, y ella que sí tiene el teléfono de una persona del grupo, llama y la responden que han cambiado de lugar y que ya vienen a buscarla.
Yo siento que me voy enfadando por momentos. “¿Y yo? ¿Y a mí? ¿Y si no está ella allí, entonces no me vienen a buscar? ¿Acaso no contaban conmigo? Bufffff¡¡¡¡¡.
Aparece la persona responsable, nos saludamos, pero inmediatamente le manifiesto mi enfado. Me da una explicación que me parece válida y mi enfado desaparece. Sí que habían pensado en mí. Ya está, todo tiene una explicación que no tiene nada que ver con un mal hacer por parte de nadie, sino quizás con un ligero desencuentro de no explicitar claramente los acuerdos. Por mí ya está arreglado. Dispuesta a aprender de lo que vaya surgiendo.
Tomé conciencia de mi enfado y lo gestioné, se pasó y dejó lugar para otro posible proceso emergente, que seguro que sería fabuloso, como así lo fue.
Y el nuevo quehacer se fue desgranando poco a poco. Mejor dicho lo fuimos desgranando.
Yo ya no me sentía enfadada, sin embargo alguien dijo que aún se sentía molesto por lo que consideraba “un fallo” en la puntualidad. Me llamó la atención, nuevamente, pues es algo que me sorprende día a día, cómo un mismo hecho, que en apariencia se ha resuelto, sólo está resuelto en apariencia y si no se es consciente de su no resolución y no se explicita, puede interferir la tarea y la relación posterior. Otra vez el ser conscientes.
Curiosamente en el trabajo que realizamos posteriormente salió el tema de la puntualidad como algo que queríamos mejorar: ser puntuales, y aparecieron los Por qués?????
¿La puntualidad? ¿Qué pasa con la falta de puntualidad? ¿Por qué no somos puntuales? ¿Por qué nos molesta que la otra persona no sea puntual?
No soy puntual porque ¿Me falta de habilidad en la gestión del tiempo?
Pero ¿quiero ser puntual?
Si yo soy puntual y la otra persona no lo es, ¿lo considero una desconsideración hacia mí, hacia mi tiempo? ¿Siento que el otro se hace dueño de mi tiempo? O ¿siento que no me tiene en cuenta?. Pero esto será así en la medida en que mi tiempo de espera se lo dedique a la otra persona, es decir, en que me “cierre” en pensar que me está faltando al respeto, que no me tiene en cuenta, etc. Olvidando que en última instancia mi tiempo es mío, que yo opto por intentar ser puntual o no, pero que es una opción independiente de lo que decida la otra persona. Y que después conversaremos acerca del porqué de su tardanza. Pero que en el momento de la espera, mi tiempo sigue siendo mío y yo decido cómo lo gestiono. Otra cosa será si es siempre la misma persona y si es a diario su impuntualidad.
Trabajamos con los cambios, qué entendíamos por cambio, qué queríamos cambiar y por qué. Y de cómo nos manejamos, más en los noes. A cuántas cosas digo NO, y cómo estas renuncias me impiden ver a qué estoy diciendo SÏ.
La dificultad de la Renuncia: “Es que todo me parece muy interesante y no me quiero perder nada”. ¡Cuidado¡¡¡¡
Cómo, en ocasiones, ante un problema, no nos damos cuenta de que el problema es el planteamiento del propio problema y de cómo sólo a través de una labor de investigador: ¿por qué, por qué por qué???????, podemos llegar al fondo, a la base del iceberg y no conformarnos con intentar resolver desde la punta.
Hablamos de si los cambios para que sean tales, han de ser visibles ¿Para quién? ¿Para el sujeto del cambio, o para el sujeto que para mí tiene importancia? En este caso ¿quiénes son figuras de “autoridad” para que avalen mis cambios? ¡Ojo, ¡cuidado¡, no vayamos a creernos muy autónomos y no nos demos cuenta de que estamos manejándonos con criterios ajenos¡¡¡¡¡. Difícil cuestión.
Hablamos de cuán difícil, en ocasiones, resulta separar el ámbito de lo privado de lo público, de cómo nos podemos mostrar abiertos y después sentirnos mal por vernos vulnerables y expuestos, de lo difícil de escuchar sin intentar intervenir para allanar el camino del otro que nosotros ya hemos andado, olvidando que cada cual tiene que andar su propio camino.
Pensamos, hablamos, desayunamos, disfrutamos, nos abrazamos y nos despedimos: hasta la próxima, no sé cuándo será, no sé si podré,….. ¿excusas??? ¿por qué???????
De cualquier manera, lo importante es el pensar, el reflexionar el ser conscientes, sólo desde ahí, desde este lugar, es posible EL CAMBIO.